Phnom Bakheng
El Phnom Bakheng ordenó
construirlo el Rey Javarman I cuando decidió trasladar la capital de la zona de
Roluos a la llanura de Angkor a finales del siglo IX. Es seguramente el templo montaña
más antiguo de lo que llamamos Angkor. Estuvo dedicado al Dios Shiva.
Está situado en una colina (Phnom significa colina o
montaña) a unos 400 m. al noroeste de Angkor Wat. Ascender a pie o a lomos de
elefante para contemplar desde lo alto la puesta de sol sobre el Templo de
Angkor es un bonito punto final de un día de visitas.
Se compone de 7 niveles con 44 torres en la base y 12 en
cada piso. En la cima hay 4, una para cada punto cardinal. 4 escaleras
orientadas según la tradición hindú a los 4 puntos cardinales ascienden hasta
el prasat.
Prasat (santuario) del Phnom Bakheng en lo alto del templo |
Vista de Angkor Vat desde el Phnom Bakheng |
Angkor Vat
Es el más grande, el mejor
conservado, el más impresionante monumento de Angkor y el mayor monumento
religioso de todo el mundo. No hay palabras para describir la emoción que se
siente ante una maravilla de tal magnitud.
Fue construido como templo
funerario de Suyavarman II (1112-1152) en honor de Vishnu, divinidad india con
la que el monarca se identificaba. A su muerte sus cenizas debían de
depositadas en el templo donde una estatua representaba al rey con los rasgos
característicos del dios al que él se asimilaba.
Muy probablemente el rey
residía en el recinto. Éste debía
comportar gran cantidad de construcciones de madera (como el resto de la
ciudad) de las que hoy no existe ni rastro.
Es el único templo orientado al Oeste, el lado
que simboliza la muerte, pero también el lado que normalmente se asocia con
Vishnú. Esto explicaría la dualidad templo-mausoleo.
Toda la construcción está rodeada de un foso de 190 m. de
ancho cuyos lados forman un rectángulo de 1,5 Km. x 1,3 Km. Las murallas
exteriores miden 1025 m. x 800 m. Hay una puerta en cada lado pero la principal
es la del Oeste. Se trata de un porche de 235 m. de largo ricamente decorado
con esculturas. En la torre de la puerta hay una estatua de Vishnu de 3,25 m.
de alto tallada en un solo bloque de piedra. Seguidamente hay que andar por un
paseo de 475 m. de largo por 9,5 m. de ancho que nos lleva hasta la entrada
principal previo paso entre los dos edificios que servían como biblioteca. El
templo central consiste en un edificio cuadrado de tres pisos rodeado de
galerías que se comunican entre si. La
torre principal se eleva hasta los 55 m.
y antaño guardaba una estatua de Vishnu en oro cabalgando sobre un Garuda
(criatura mitad pájaro mitad hombre) que representaba al rey divino Suyavarman
II. Las escaleras que llevan hasta lo alto eran muy peligrosas para mostrar que
el camino hacia el reino de los Dioses no es fácil. Actualmente se han
construido unas de madera pero hay que ser prudentes tanto al subir como al
bajar especialmente en época de lluvias puesto que son resbaladizas.
El arquitecto debía de ser sin ninguna duda excepcional:
al acercarnos al templo por el paseo podemos observar que desde cualquier punto
las 5 torres nos dan la impresión de una pirámide perfecta. Esta impresión de
consigue por el aumento progresivo aumento de la altura de los 3 niveles o
pisos del templo y por el ligero desplazamiento de cada piso hacia el Este.
Esto es posible porque los pisos no son cuadrados perfectos sinó que los 2
primeros son ligeramente rectangulares: algo más largos los lados sobre el eje
Este – Oeste.
Los bajorelieves:
En el exterior del templo central, en el primer piso,
encontramos los más extraordinarios relieves de todo el arte khmer. Tienen una
longitud de 800 m. y los motivos que ilustran son “La batalla de Kurukshetra”, “La armada de Suyavarman II”, “El Paraíso
y El Infierno”, “El batido del mar de leche”, “La puerta del elefante”, “Vishnú
conquistando a los demonios”,” Krishna y el rey diablo”, “La batalla entre los dioses
y los demonios” y “La batalla de Lanka” (todos estos episodios son relatos
heroicos de la mitología hindú).
Y no hay que olvidar las 2.000 divinidades
femeninas, Apsaras y Devatas, que pueblan los muros del templo. Con su belleza,
su sonrisa enigmática, sus posturas delicadas estas danzarinas celestiales
iluminan todo el templo.
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